martes, 26 de noviembre de 2013

22 de Noviembre del 2013

Un día como hoy, hace cincuenta años,
el presidente Kennedy fue asesinado.
Hace sesenta y un días yo fui asesinada también.
El caso por igual sigue sin ser del todo resuelto,
los cabos están sueltos.
No me lo esperaba, todos parecían quererme,
estaba en lo más alto del pedestal de la alegría.
No me lo esperaba cuando fui asesinada.
Hace sesenta y un días yo paseaba
y daba besos en las frentes de los niños.
Dormía tranquila por la noches,
hacía las cosas como deben de ser,
como lo marca la ley,
como lo quiere la ingrata sociedad.
Hace sesenta y un días era solo una persona más,
pero era la persona más importante.
Las mujeres lloraban de alegría al escuchar mi nombre, pues me amaban.
Pero yo no tenía en la boca
éste sabor a la carne muerta y putrefacta de Kennedy.
No estaba predestinado que yo muriera como héroe.
En cuerpo y forma soy bazofia,
por eso luego de caer muerta los perros vinieron a orinarse sobre mí.
La vida ya no es como hace sesenta y un días,
la vida ya no es como hace cincuenta años cuando Kennedy
era la reencarnación de una poeta que aún no nacía.
¿Qué iba a saber la nación?
Él era solo una poeta desubicada en el agobiante tiempo.
¿Qué importa si un día como hoy,
hace cincuenta años Kennedy fue asesinado?
¿Qué importa si un día como hoy,
 soy la reencarnación del presidente Kennedy?

Aura Diez

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